Marta Rivera de la Cruz
escritora
"El peor libro es siempre mejor que un programa de televisión"
escritora
"El peor libro es siempre mejor que un programa de televisión"
Marta Rivera de la Cruz llegó a Madrid allá por el año 1988, tras abandonar su Galicia natal con la intención de estudiar periodismo. Hoy ya ha sido finalista del Premio Planeta en el año 2006 con En tiempo de prodigios, ha sido autora de otras tantas novelas, relatos cortos e incluso ha editado alguna obra, aunque ella dice que lo de ser editora "son palabras mayores". Y, además, ha trabajado en radio y en prensa escrita. Dice "escribir para quien me quiera leer, y para mi también, porque escribo los libros que a mi me gustaría leer". Si regresa a sus inicios, cuando publicaba por primera vez con Que 20 años no son nada, Marta siente no hacer perdido la esencia de los que era en aquel momento y lo que es hoy en día, aunque "si hay un asentamiento profesional y diez años más".
Es gallega, de Lugo más concretamente. Sus novelas son el reflejo de su tierra, ya sea por los personajes o por los parajes. Rivanoba, escenario presente en más de una novela de esta autora, no es más que una recreación literaria de su ciudad natal. Le gusta la tuteen, ofrece café y pide disculpas por hacer esperar. Y si la conversación deriva hacia su terreno, recuerda sus inicios cuando un escritor novel lo tenía "más fácil, algo que quizá ahora no se repita. Los editores estaban muy interesados en los nuevos autores porque se quiso abrir el mercado y hoy se ha saturado". Defensora del best seller, cree que "es gratificante para el mundo de la literatura", frente a los muchos que contraponen calidad contra cantidad. "Creo que el peor libro es siempre mejor que un programa de televisión. Captan un lector que de otra manera no existiría", reafirma Rivera.
No tiene manías como escritora, aunque es cierto que no le gusta escribir cuando hace frío "porque me engarroto y estoy incómoda". Y tampoco tiene vicio alguno, aunque dice ser golosa. Cree en Dios, y en el amor eterno, y en que, al final, en la sociedad perdura más el efecto que el odio. Ha dejado una tijeras en la mesita del salón y ello le recuerda que es desordenada en el hogar, "intento reformarme, además mi novio es todo lo contrario, pero con eso no puedo". A pesar de esas pequeñas cosas, se siente privilegiada, sobre todo en este momento de crisis que se está viviendo. "Ojalá supiera cuál es la fórmula para salir de la crisis". Y si le pides que cite un escritor, baja la mirada, piensa durante medio segundo y dice, con gran rotundidad, ¡Philip Roth! Y elige La conjura contra América como recomendación para su lectura. Aunque dice que le hubiera gustado escribir un libro como Almas grises de Philippe Cludel, siente que su mejor obra hasta ahora ha sido su última novela, La importancia de las cosas, una obra "más madura, que tiene más oficio y en la que se nota una evolución".
Es gallega, de Lugo más concretamente. Sus novelas son el reflejo de su tierra, ya sea por los personajes o por los parajes. Rivanoba, escenario presente en más de una novela de esta autora, no es más que una recreación literaria de su ciudad natal. Le gusta la tuteen, ofrece café y pide disculpas por hacer esperar. Y si la conversación deriva hacia su terreno, recuerda sus inicios cuando un escritor novel lo tenía "más fácil, algo que quizá ahora no se repita. Los editores estaban muy interesados en los nuevos autores porque se quiso abrir el mercado y hoy se ha saturado". Defensora del best seller, cree que "es gratificante para el mundo de la literatura", frente a los muchos que contraponen calidad contra cantidad. "Creo que el peor libro es siempre mejor que un programa de televisión. Captan un lector que de otra manera no existiría", reafirma Rivera.
No tiene manías como escritora, aunque es cierto que no le gusta escribir cuando hace frío "porque me engarroto y estoy incómoda". Y tampoco tiene vicio alguno, aunque dice ser golosa. Cree en Dios, y en el amor eterno, y en que, al final, en la sociedad perdura más el efecto que el odio. Ha dejado una tijeras en la mesita del salón y ello le recuerda que es desordenada en el hogar, "intento reformarme, además mi novio es todo lo contrario, pero con eso no puedo". A pesar de esas pequeñas cosas, se siente privilegiada, sobre todo en este momento de crisis que se está viviendo. "Ojalá supiera cuál es la fórmula para salir de la crisis". Y si le pides que cite un escritor, baja la mirada, piensa durante medio segundo y dice, con gran rotundidad, ¡Philip Roth! Y elige La conjura contra América como recomendación para su lectura. Aunque dice que le hubiera gustado escribir un libro como Almas grises de Philippe Cludel, siente que su mejor obra hasta ahora ha sido su última novela, La importancia de las cosas, una obra "más madura, que tiene más oficio y en la que se nota una evolución".
LAURA MARTÍN SASTRE
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